martes, 12 de julio de 2016

LA IMITACION DE CRISTO, EL LIBRO QUE NO SE DEBE OLVIDAR


Por Alejandra Tuta

Cuando la luz se oculta, el exterior queda en obscuras, y es lo que sucede con la vida de cada uno de nosotros. Si tratamos de apagar la luz que viene de Dios, su conocimiento, su palabra, sus mandamientos olvidamos quienes realmente somos. Hay unos que dicen creer pero no se les ve, otros no creen y actúan algo bien, pero sin duda el vacio queda a la vista de quien le explora.

Cuán importante es la contemplación y el silencio interior. Nos lleva a conocer ese yo interior, ese que tiene miedo, que se entristece, que es humilde y a la vez soberbio, ese que grita de alegría y a la vez llora de dolor pero que lo oculta para quedar bien y no precisamente con Dios. El creer en Cristo nos bebe llevar a un abandono fiel y total, cosas que son muy difíciles, pero ¿A caso alguien dijo que ser Cristiano es fácil?, No, ser cristiano es irreal, pero si no fuese por la gracia de Dios el creyente sería uno zombi, si de esos que anda afanado por las vanidades, por comprar el ultimo celular, por tener lo que el otro tiene o de andar con muchas vergüenzas personales, por aparentar y agradar a los demás.

Una verdadera fe debería llevarnos a imitar a Cristo y es allí donde comienza el problema de creer. Recuerden cuando el Señor, durante su pasión, fue maltratado, lacerado, insultado, y aún así seguía amando. No es fácil, la verdad es complicado, el ser humano es frágil y voluntarioso, no quiere el dolor ni la traición.

El libro comienza diciendo “la Imitación de Cristo propone el camino”, lo que me recuerda que Dios nos da la libertad de elegir dicho camino, de decidir entre lo bueno y lo malo, de enfrentarnos a la realidad o rechazarla para sumirnos en un falso apaciguamiento. El Señor quiere que le imitemos.

Cosas tan importantes para nuestro crecimiento y que olvidamos con tanta facilidad, pero que si no las tenemos en cuenta poco a poco nos van alejando de nuestra finalidad como cristianos, pero que el libro de ‘la imitación de Cristo’ nos ayuda a recordar y a interiorizar temas como la vanidad del mundo, lo pasajero, el valor de la humildad, nuestras relaciones con los demás, hasta el conocimientos de Dios mismo en la Eucaristía y muchos importantes para nuestro crecimiento espiritual.

Si la meta del Cristiano es llegar al cielo, se debería trabajar para alcanzarle. Recordemos que llegar al cielo no es sencillo, más bien es de esfuerzo, de trabajo pero especialmente de amor. Jesús murió por nuestra salvación en la cruz, con dolores que es mejor no imaginar, con desprecios que nadie quisiera sentir y con una soledad que debilita; por ello no podemos poner en una bolsa de basura su pasión, su amor, su entrega gratuita por ti y por mí.

La imitación de Cristo es una exigencia, como un libro de metas espirituales, que con ayuda de oración y de meditación se enamorarían las almas. El problema que más tiene fuerza para la fe, son los tiempos modernos, el ateísmo, la ignorancia y la rebeldía enmudece las raíces de los evangelizadores. El mundo cada vez es más duro, poco compasivo y árido, es como si el mal se hubiese desatado con mayor fuerza. En estos tiempos se prefiere el ruido y no el silencio de la contemplación o de la oración, se prefieren las obscenidades que la pureza. La imitación de Cristo está apagada.
Esta situación me lleva a recordar cuando un hombre me entrego el libro y me dijo: Debemos promoverlo nuevamente porque el demonio quiere hacerlo desaparecer u olvidar”. Precisamente es lo que está sucediendo en el mundo.

La falta de amor en los corazones, el respeto por el otro, y la falta de perdón nos vuelven inhumanos, debemos cambiar el camino, tomar el correcto e imitarle y por ahora como en un capítulo del libro ‘Dirigirlo todo a Dios como a último fin’.

Cabe indicar que es de gran ayuda espiritual, es un compendio teológico que en pocas hojas describe el trabajo que como creyentes deberíamos comenzar a realizar. Claro está que para algunos se nos hagan algo exageradas las ideas, pero en caminos de perfeccionamiento que nos permitan llegar al cielo, es una práctica que no se debe desechar.